Nosotros, jovenes como otros,
con naturales deseos irresistibles,
que son tan terribles que nos llevan
a un extasis interminable o a la desgracia.
Hace tiempo que nos hicimos mortales
y hace tiempo el pudor nos condeno
a perderlo dia a dia, sin dudarlo se extinguio;
se ha ido como nuestra infancia nos dejo.
Impuros e inmaduros, jovenes al fin,
sin experiencia, sin mucho vivir,
con largo trecho por recorrer
hasta llegar a un nuevo y sabio amanecer.
Nos lleva nuestra imprudencia
hacia tierras del ciego deseo ,
nos arrastra esa densa mar
hasta una posesion carnal.
Somos el resultado del deseo,
del antojo incredulo, que nos posee,
nos enseña a andar en las sendas del mal,
en caminos donde no se puede retornar.
Poca, es la fuerza que se resiste
a caer en una tentancion infame,
del deseo que tenemos por la carne,
por la mujer, tan sublime y tan perversa.
Esas siluetas de ellas contiene el mal,
un mal tan disimulado como la niebla
al caer la tarde en un bosque de rosas,
donde nos espinan y nos pierden entre hojas.
Abrazos como lazos para ahorcar,
un verdugo son las feminas sin dudar,
ahora ya no dudo cual es mi final,
unirme a una chica es mi destino fatal.
Labios que nos secuestran por placer,
ojos que se llenan de deseos sin contener,
jovenes que se condenan a repetir
errores que el pasado aun nos deja vivir.
A.T.
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