domingo, 24 de noviembre de 2013

Oración por el hijo que nunca va a nacer

Éramos tan pobres, oh hijo mío,
tan pobres
que hasta las ratas nos tenían compasión.
Cada mañana tu padre iba a la ciudad
para ver si algún poderoso lo empleaba
-aunque tan sólo fuera para limpiar los establos
a cambio de un poco de arroz-.
Pero los poderosos
pasaban de largo sin oír quejas
ni ruegos.
Y tu padre volvía en la noche,
pálido, y tan delgado bajo sus ropas raídas
que yo me ponía a llorar
y le pedía a Jizo,
dios de las mujeres encintas
y de la fecundidad,
que no te trajera al mundo, hijo mío,
que te librara del hambre
y la humillación.
Y el buen dios me complacía.

Así fueron pasando años sin alma.
Mis pechos se secaron,
y al cabo
tu padre murió
y yo envejecí.
Ahora sólo espero el fin,
como espera el ocaso a la noche
que habrá de echarle en los ojos
su negro manto.
Pero al menos
gracias al buen Jizo
tú escapaste del látigo de los señores
y de esta cruel existencia de perros.
Nada ni nadie te hará sufrir.
Las penas del mundo no te alcanzarán
jamás,
como no alcanza la artera flecha
al lejano halcón.

--
Autor: Luis Rogelio Nogueras.

sábado, 23 de noviembre de 2013

Correspondencias

La Natura es un templo donde vividos pilares
Dejan, a veces, brotar confusas palabras;
El hombre pasa a través de bosques de símbolos
que lo observan con miradas familiares.

Como prolongados ecos que de lejos se confunden
En una tenebrosa y profunda unidad,
Vasta como la noche y como la claridad,
Los perfumes, los colores y los sonidos se responden.

Hay perfumes frescos como carnes de niños,
Suaves cual los oboes, verdes como las praderas,
Y otros, corrompidos, ricos y triunfantes,

Que tienen la expansión de cosas infinitas,
Como el ámbar, el almizcle, el benjuí y el incienso,
Que cantan los transportes del espíritu y de los sentidos.

Charles Baudelaire - Las Flores del Mal

sábado, 16 de noviembre de 2013

Detener el reloj

Puedo detener el reloj
pero el tiempo sigue corriendo,
y fingir una sonrisa
donde la felicidad escoja
la mentira, como la tarde
escoge el frio y la noche
prefiere quedarse con la luna.

Puedo detener el reloj
pero el tiempo sigue corriendo,
las arrugas se hacen grietas
y despedazan mi rostro,
los cabellos se tornan
a su otoño y no hay retorno.

Puedo detener el reloj
pero el tiempo sigue corriendo
y anda a sus anchas,
en mi cuerpo se notan
sus terribles andanzas.

Puedo detener el reloj
pero el necio tiempo
a la par mía no envejeció,
y con el silencio se hendió
en mi sangre con su frialdad
que mi vida se llevó.

--
A.T.

sábado, 9 de noviembre de 2013

Último deseo

Hace ya tanto tiempo que te adoro,
dieciocho años atrás son muchos días...
eres de color rosa, yo soy pálido,
yo soy invierno y tú la primavera.

Lilas blancas como en un camposanto
en torno de mis sienes florecieron,
y pronto invadirán todo el cabello
enmarcando la frente ya marchita.

Mi sol descolorido que declina
al fin se perderá en el horizonte,
y en la colina fúnebre, a lo lejos,
contemplo la morada que me espera.

Deja al menos que caiga de tus labios
sobre mis labios un tardío beso,
para que así una vez esté en mi tumba,
en paz el corazón pueda dormir.
____
Versión de Carlos Pujol
Original de Téophile Gautier

martes, 5 de noviembre de 2013

Bajo un mismo cielo...

Bajo un mismo cielo
donde juntos hemos 
alimentado la hoguera
de nuestro infierno.

Comulgan las animas en pena,
rezando y llorando por algo
que no pudo ser en un lugar
donde fueron humanos.

Han hecho de sus restos todo
lo que queda y han puesto
sus corazones al lado 
de las cenizas del tiempo.

Y las calaveras bailan alrededor
de un nuevo muerto que ha llegado
destrozado, con el alma hecha pedazos,
es allí donde veo mi cuerpo.

Desde mis ojos veo como las llamas
consumieron el deseo, como se vierte
sobre mi todo el fuego 
del que antes era ajeno.

El murmullo del recuerdo es ahora
un eco donde te veo por ultima vez.

Ahora asciendo, me he vuelto humo,
me evaporo, y sin mas entre un color
escarlata desvanezco cual sombra
al marchar la luz.


A.T. y Carlitos Molina

viernes, 1 de noviembre de 2013

Duele el duelo













Duele ver como el tiempo
tan grande nos reduce a la nada,
y como en silencio la vida se apaga.

Duele sentir esfumarse
el cariño de los seres amados
que la muerte se ha llevado.

Duele el duelo
que por ropas llevo
y prefiero estar de negro
para allí perder la tristeza.

Duelen las lágrimas
que mi vida desgarran
cuando se deslizan
crudas por mi cara.

Duele vivir, tanto,
que si no sintiera
el dolor mismo del llanto
no conocería el dolor,
este dolor que es mi canto.

A.T.