sábado, 3 de noviembre de 2012

Muerte, cielo y libertad

La prisión es el cuerpo
donde el alma habita,
aquí hay muros de piel,
ajenos a sueños de sal.

Entre dulces plantas de hiel,
descansa y duerme el ayer,
por las orillas del deseo
andamos y podemos caer.

Junto al sol, el mar de fuego,
trae un intenso momento,
donde a la muerte despierto,
se van mis pecados austeros.

Ya puro, perdonado y solo,
voy y entro en mi eterno albor,
donde no se apaga ni se enciende,
ninguna luz existe mas que el sol.

No extraño al mundo exiliado,
aislado de los sentidos sordos,
solo el recuerdo me envuelve
en cabellos de noches sueltas.

Una madre extiende sus manos,
llora al cielo reclamando un cuerpo,
reviviendo alegres viejos momentos
del niño que fue y ahora no esta.

Ah! Camino de hombres, perdido,
escondido y laborioso destino es,
mas en la senda se encuentra vida,
se enciende la esperanza, no hay agonía.

Ya transitada la vieja vía,
es tiempo que llegue el día
cuando exista la libertad
y seamos libres desde el alma.

A.T.

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