Anhelados pasos, andanzas mutuas
de caminos solitarios, desprecios finales,
hay fuentes de lagrimas y soles ciegos,
los castillos del cielo no se iluminan mas.
Cruzando ríos de lamentos, es incierto el cause,
es mudo el salvaje bosque, se vive por sobrevivir,
domar un místico silencio es un sacrificio,
andar por las viejas ramas un suicidio.
Sin rastros, sin huellas, no huyas,
aquí nos ha atrapado el mundo,
entre cielo y tierra, no hay otra celda,
un paraíso para no buscar nada afuera.
Sombras del invierno, el suelo deslavo,
ha caído como soldados la fría lluvia,
se ha marcado el camino hacia el mar,
la sangre se ahoga y los recuerdos afloran.
En cada esquina, un puerto, un barco,
han de llevarnos, nos convertirán en viajeros,
somos desde siempre expertos marineros
si sabemos como ahogarnos en la arena.
Los cansados zapatos se rebelan,
se cansan de intentar llegar sin lograrlo,
hace años que vienen dándole su vida
a caminos interminables de penas viejas.
Entre miradas rondamos y nos perdemos,
al mismo tiempo que nos hartamos de andar
comenzamos a creer en una sabiduría dura
que no llega sino por retorcidos rumbos recorridos.
A.T.
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