viernes, 7 de diciembre de 2012

Desde mi lugar (Relato 2)

Veo el viento en las afueras que sopla por momentos mas intenso,
por momentos mas débil, el sol, que no quema, solo calienta en esta época,
y los autos solo siguen pasando, si, suena aburrido pero es mi realidad,
y los reflejos ocultan las sombras después del medio día, que se va lento,
tanto que hasta da sueño, un terrible sueño que no puede ser satisfecho
ya que la rutina nos tiene atrapados en sus mecánicas tareas.

Algunas pocas llamadas ocuparon mi mañana, entre cosas por hacer
y algunas que deje desde ayer, no tengo mucho que me motive a estar aquí,
sentado esperando ¿por que?; ya me harte, aquí no hay mucho interesante,
solo veo que la gente pasa, algunas personas van a toda prisa, algunas en calma,
pero todas se van, así como mis ganas de estar sentado aquí dedicado
solo a la espera,  esperando que lleguen las horas, que se marchen, como yo al horario
que me ha sido impuesto, ¿merezco o no este encierro que no motiva?

Y mientras la mañana se ha ido, yo me mantengo aquí, unido a mi asiento,
pensando en el futuro, en cuando cambiara, queriendo que sea ya,
pero no hago nada, mas que estar sentado y ver a la gente pasar,
desde mi lugar contemplo el fracaso y el exito que son una ironía
ya que ambas cosas dividen al mundo todos los días. Que cosa!
Maldita sea!

Luego la tarde que congela, con sus vientos y sus colas de trafico
que desesperan,  es una verdadera rutina de mierda, lo que me pasa
es que ya me canso que todo sea de la misma manera, que el cambio
no se asome por mi vida; ya lo sé! , tengo que hacer algo para que
mi vida y mis días cambien, pero desde mi lugar no hay un  solo intento
que haga posible que me devuelva al rumbo del éxito, mi camino que
se es mi camino predilecto.

Ahora que ya es de noche, me voy, me marcho al fin, a mi casa,
pero me espera ese camino que me ayuda a reflexionar, que el día se fue,
sin duda pase desapercibidas las horas que he vivido, una dicha
de veinticuatro horas, una clara mañana, un viento que me acompaña,
un sol que me cobija, unos pasos que me movilizan, una mirada que ha
vivido colores e imágenes,  unos silencios confortables y un legado de minutos
interminables.

A.T.

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