Desde su ventana observaba pasar los años y con ellos cada oportunidad de amar verdaderamente. La vida se le iba al igual que tantas mujeres con las cuales creia hubiera sido feliz, sin embargo al tiempo todas tomaron rumbos distintos, él decía en cada oportunidad perdida: "si la poesía no es el camino, la muerte lo enmendará"; luego callaba.
Callaba su dolor, a veces en licor, a veces con el tiempo que transcurría impetuoso; era un devenir muy adverso al que se le sumaba la poca disposición de cambiar su realidad, de poner al fin un color a sus días grises, todo esto por conservar la convicción que un amor verdadero podría cambiarle la vida y lo único que tenia que hacer era esperar a que llegase.
(Continuará...)
A.T.
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