Pasan ligeras las horas
y pasa el día intrascendente,
pasa delante de mí la vida
que por ratos se pierde.
Pero llega la tarde
y entra la calma,
poco a poco todo merma
su viaje interminable.
El sol se oculta
en su necedad
y vienen la oscura
y eterna noche.
Y en el frío nocturno
aún recuerdo el dolor
y como se sentía
el aquel tierno amor.
El sueño me vence,
pienso en la muerte
pero mi corazón late
aún con signos de vida.
A.T.
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