¡Así que te llamas ausencia!
Con razón no te encontré
entre mi pulso desesperado,
y en mi pupila tu imagen
resultaba desvanesciente,
aunque en mi mente
siempre estuvo tu silueta
siempre tan reluciente
y en mi viejo corazón
guardado en un cajón
aun estaba el fuego
que agonizaba
por verte.
A.T.
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