martes, 26 de febrero de 2013

Bus Nocturno (Relato 3)



Todos permanecen sentados,
todos permanecen desconocidos,
mientras los observo y solo
veo unos rostros avergonzados,
con las miradas escondidas,
oscurecidos por la noche,
empobrecidos por el día,
por la jornada que termina
tan patética y siempre repetida.

El cansancio se evidencia,
es la apariencia más honesta,
todos se notan hartos de su vida
pero aferrándose a ella con firmeza,
dejan de lado las derrotas pasadas,
no hay tiempo para el recuerdo atroz,
no permiten ser víctimas del adiós,
del ayer que no deja de estar presente.

Las mujeres con mil pensamientos
que fluyen en un diminuto segundo,
viajan con preocupaciones en sus ojos,
se logra apreciar que el desvelo
de sus sueños las ha despojado,
y solo les queda ahora ser mujeres
según determina la podrida sociedad,
esa misma que hace siglos las limita.

Los hombres, viajamos digo yo,
solo por buscar nuestra cama y comida,
no hemos cambiado mucho desde hace rato,
somos ahora mejores cavernícolas,
y nos alienamos a este sistema,
nos mezclamos como la mierda en las cloacas
y nos lleva la corriente, nos dejamos ir,
por impulso, por hacernos un nombre distinto,
por salir del agujero inmundo en que nacimos.

Y esperando llegar, luego de un momento
me estoy sonriendo, es un irónico lapso
de locura y retraso mental que me ataca,
no puedo esconder esa sonrisa que disimulo,
están todos los ojos tan clavados en nombres,
situaciones y estoy seguro que en ilusiones
también, y tan solo se escucha, mudo e instantáneo
un "hola" y un "buenas noches" , fue tal vez
la cosa más notable que paso esta noche,
un respectivo saludo de una madre de alguien
hacia un hijo de alguien más, fue algo sencillo.

La velocidad alimenta el viaje nocturno,
es apresurada nuestra necesidad, o necedad,
pues hay ocasiones que llegamos a casa
sin nada por hacer, más que sentarnos
y esperar la hora de dormir y volver
aquí al sillón que nos aprisiona, el "TV"
nos entretiene tanto como un mono en un circo;
y a cada momento nos acercamos mas.

Por la ventana todo pasa y queda allí, atrás,
es un día mas que hemos desperdiciado, lo se
porque no se nota rastro alguno de sonrisas,
o de capsulas de felicidad de quienes acompañan
este viaje que emprendimos, somos todos locos
y estúpidos por viajar con desconocidos,
no aprendimos de pequeños lo que nos enseñaron,
y ahora resultamos de grandes más amables, claro,
tenemos mas educación, pero no mas conocimiento
que algún abuelo, digamos somos unos idiotas
muy educados, descorteces pero educados al fin.

Nuestros destinos llegan mientras se avanza,
y la ansiedad hace presencia en nuestros pies,
por correr a la puerta, solo por el simple hecho
de "llegar", allí, al lugar, a donde nos aman tal vez,
y ese corto camino nos ha hecho recapitular
este nocturno viaje en un bus de servicio privado
pero también colectivo del cual me despido diciendo:
"Muchas Gracias, Feliz noche", y el ayudante,
un tuerto, que cobro el pasaje me dice:
"hasta mañana", pero yo esperando
no regresar mañana pienso "Ojala que no ".

 A.T.

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