Se funde el crepúsculo y la mañana,
Con una fría presencia amanece,
Y desvanecen las sombras
Pero sigues aquí, como condena,
Acechando mis sueños,
Poblando mi inquietud,
Incitando pesadillas,
Hundiéndote en mi piel
De modo implacable,
Y soy indefenso
Ante tu maldad,
Ante tu poder,
Ante tu belleza,
Impones en mí tu desprecio,
Haces en mí reflejo de tu odio
Y sé que no tengo salvación de ti,
Me someto con voluntad a padecer
Todo aquello que me quieras provocar,
Soy hombre y he de ceder ante tu naturaleza,
Como al principio de los tiempos
Así también es al final de nosotros,
Abrimos las puertas del infierno.
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