Por fin, la noche es mi cómplice,
el día se desnudó, se acaba de desvestir,
y en un frio baño de estrellas se lava,
lava los ahogados gritos de hastío,
lava lágrimas de los rostros de piedra,
lava las inútiles manos que el destino ata
y una vez lavados, se seca,
se seca cada rincón de tristeza,
seca la mirada con nostalgias,
destapa la crema que no ayuda
a disimular las cicatrices
solo las hace evidentes,
ahora las heridas podrídas
pueden estar tranquilas,
han superado otro día.
A.T.
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