viendo tu rostro,
pasaron los días
y tu no venías,
pasaba el viento
agitado por buscarte,
y llegado el invierno
pasaron lágrimas
limpiando mi mascara.
Ya no había agonía
y la muerte se hendía
en mi vida que se perdía,
ahora solo esperaba
la hora indicada
para irme y sabía
que no llegarías
a llorar mi partida
cuando mi cuerpo
yacía en la estancia
olvidada.
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